La Constitución Sacrosantum Concilium sobre la Sagrada Liturgia (4-XII-1963, nn. 109-110), considera a la Cuaresma como el tiempo litúrgico fuerte en el que los cristianos nos preparamos a celebrar, “teniendo en cuenta el doble carácter de este tiempo”, el misterio pascual, mediante la conversión interior, el recuerdo o la celebración del Bautismo, la participación en el sacramento de la Reconciliación, participando en las acciones “penitenciales, individuales y colectivas”.
El numero 40
La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia.
En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio (Gén. 8, 6), de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto (Éx. 12, 40-41), de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto del Sinaí (Números 33, 40), de los cuarenta días de Moisés (Éx. 24, 18) y de Elías (I Reyes 19, 8) en la montaña, de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública (Mateo 4, 2; Marcos 1, 3; Lucas, 4, 2).
En la Biblia, el número cuatro simboliza el universo, y seguido de ceros significa el tiempo de nuestra vida terrena, seguido de pruebas y dificultades, que culminan o desembocan en un lugar o momento feliz.
Es, por lo tanto, tiempo de prueba, de espera y preparación, para algo nuevo, mejor y mayor que nos espera y que alcanzamos.
Uno de los caminos, como el de los 40 días de Jesús en el desierto, es el desapego: de las riquezas, de los honores y de la fama vanidosos, y de los placeres desordenados.
Apegados a Jesús, obtenemos todo eso multiplicado y purificado, sin el desorden que implica la pasión y el deseo.
Historia
Desde finales del siglo II, la preparación pascual era de dos días, de ayuno riguroso de carácter escatológico. En la Didascalia, se dice que dura una semana, y este ayuno tiene además, un sentido ascético(practica de penitencia, mortificación y desprendimiento de si mismo).
En Roma, a finales del siglo III, la preparación era de tres semanas, en las que se ayunaba diariamente, excepto sábados y domingos.
El nacimiento de la Cuaresma, tiene lugar en el siglo IV, según el testimonio de Eusebio (ca. 332), consolidándose tanto en Oriente como en Occidente.
Hacia el año 385 la preparación pascual, se alargó a seis semanas, también con ayuno diario, con las excepciones indicadas, excluyéndose el viernes y el sábados últimos, pertenecientes al Triduo Sacro. El ayuno cuaresmal, empezaba el primer domingo de cuaresma. A finales del siglo V los ayunos ya establecidos del miércoles y viernes anteriores a ese domingo ganaron en importancia y se convirtieron en preparación para el ayuno pascual.
Evolución
Durante los siglos VI-VII, varió el cómputo del ayuno, pasando del primer domingo de cuaresma, al Jueves Santo incluido, es decir una Quadragesima, es decir, —cuarenta días—, a una Quinquagésima, o sean cincuenta días, contados desde el domingo anterior al primero de Cuaresma, hasta el de Pascua; a una Sexagésima, que retroceden un domingo más y terminan el miércoles de la octava de pascua, y finalmente a una Septuagésima, que serían sesenta días, ganando un domingo más y concluyendo el segundo domingo de pascua. Este nuevo período tenía carácter ascético y debió introducirse por influencias del Oriente.
Esta evolución cuantitativa se extendió también a las celebraciones. En efecto la Cuaresma más antigua en Roma sólo tenía dos días litúrgicos, los miércoles y los viernes, y se hacía una statio en una iglesia diferente. Posteriormente en tiempos de San León Papa (440-461), se añadieron los lunes. Posteriormente, los martes y los sábados. Durante el pontificado de Gregorio II (715-731), se agregará el jueves y se completa la semana.
Ahora comienza el miércoles de ceniza y termina con la celebración del Triduo Pascual.
Que vemos en la cuaresma
El color litúrgico de este tiempo es el lila, que significa preparación.
Es un tiempo de reflexión, de silencio y retiro si es posible, de desapego de las cosas, de conversión espiritual a Jesús; tiempo de preparación al misterio pascual, a lo definitivo, a la realidad total a la que tendemos..
La Cuaresma es un camino hacia la Pascua, que es la fiesta más importante de la Iglesia por ser la resurrección de Jesús, la experiencia fundamental del ser cristiano. La novedad cristiana.
La Cruz es una cara de la moneda. La otra es la Pascua. No hay cruz sin resurrección, ni resurrección y gloria sin sufrimiento ni dolor. Pero la gloria es lo definitivo. El sufrimiento, la enfermedad y el mal son pasajeros.
Ésta, es la etapa penúltima. Aquella, la eternidad, será la definitiva, y no sólo con el alma, sino con nuestro propio cuerpos glorificados así como está glorificado el cuerpo de Jesús. Cosa que sucederá en el día final.
Sentido de la Cuaresma
A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios. La cuaresma es un gran ejercicio espiritual para ponernos en forma para festejar los 50 días pascuales.
Es un medio, nunca un fin. El fin es la Pascua, la Resurrección, la Vida Feliz y para siempre.
La Cuaresma Romana tradicional estaba marcada por tres hechos:
1.- La Preparación de la comunidad cristiana a la Pascua;
2.- El Catecumenado;
3.- La penitencia canónica.
La preparación de la comunidad cristiana a la Pascua
Según San León, la Cuaresma es “un retiro colectivo de cuarenta días, durante los cuales la Iglesia, proponiendo a sus fieles el ejemplo de Cristo en su retiro al desierto, se prepara para la celebración de las solemnidades pascuales con la purificación del corazón y una práctica perfecta de la vida cristiana” (Esta definición es deducida del análisis del sermón 42).
Se trataba, por tanto, de un tiempo, introducido por la imitación de Cristo y de Moisés, en el que la comunidad cristiana se esforzaba en realizar una profunda renovación interior. El Catecismo de la Iglesia Católica retoma esta idea y la expresa de la siguiente manera: “La Iglesia se une todos los años, durante los cuarenta días de la Gran Cuaresma, al Misterio de Jesús en el desierto” (n. 540).
El catecumenado
Según atestigua la Tradición Apostólica, el catecumenado, a principios del siglo III, duraba tres años.
Empezaba por el grupo de los audientes, quienes recibían una profunda formación doctrinal y se iniciaban en la práctica de la doctrina cristiana. Unos días antes, el grupo de los elegidos o electi, para recibir los sacramentos de la iniciación cristiana en la Vigilia Pascual, entre los que tenían especial importancia y solemnidad los del sábado por la mañana. Es el catecumenado simple.
Posteriormente, el catecumenado se centró sobre los electi y no en los audientes, que iniciaban su preparación inmediata con el rito de la inscripción del nombre al principio de la Cuaresma, y se prolongaban a lo largo de la misma. Se celebraban tres escrutinios en los domingos III, IV y V, y el Sábado Santo por la mañana, tenía lugar el último exorcismo, en el cual, además de rociar con saliva los oídos y las narices de los catecúmenos, se les ungía el pecho con óleo; ellos, por su parte, renunciaban a los poderes del mal y recitaban el símbolo de la fe.
a) A principios del siglo VI desapareció el catecumenado simple, se volvieron muy escasos los bautismos de adultos, y los niños que se presentaban para bautizar, procedían de familias ya cristianas. Esta nueva situación exige una reorganización pre bautismal: al principio había tres escrutinios y en el siglo VI, son siete.
b) La preparación de los catecúmenos y su organización modela en un primer momento el espíritu y la liturgia de la Cuaresma. El ayuno de la comunidad cristiana va sobre todo a los catecúmenos, sin olvidar a los penitentes.
c) Una evolución posterior, trajo como consecuencia que los escrutinios se desligasen de la liturgia cuaresmal, provocando una nueva reorganización.
d) El mayor cambio fue cuando la Cuaresma misma pasó a ser el tiempo en que todos los cristianos se dedicaban a una revisión profunda de su vida, y a prepararse, mediante una auténtica conversión, a celebrar el misterio de la Pascua. Quedó clausurada la perspectiva abierta por la institución penitencial y del catecumenado, con menoscabo de la teología bautismal.
La penitencia canónica
La reconciliación de los penitentes sometidos a la penitencia canónica, se asoció al Jueves Santo. Por ese motivo, los penitentes se inscribían como tales el primer domingo de Cuaresma, recorriendo el período cuaresmal, con severas penitencias corporales y oraciones muy intensas, para ultimar el proceso de su conversión. La imposición de la ceniza es, por ejemplo, uno de esos testimonio de la liturgia cuaresmal.
Fechas
La Cuaresma romana comienza el Miércoles de ceniza y concluye inmediatamente antes de la misa vespertina in Coena Domini. Todo este período forma una unidad, pudiéndose distinguir los siguientes elementos:
1) El Miércoles de ceniza,
2) Los domingos, agrupados en el binomio, I-II; III, IV y V; y el domingo de Ramos de la Pasión del Señor,
3) La Misa Crismal y
4) Las ferias. El Año litúrgico no se ciñe estrictamente al año calendario, sino que varía de acuerdo con el ciclo lunar.
Cuenta la Biblia, que la noche en la que el pueblo judío salió de Egipto, había luna llena y eso les permitió prescindir de las lámparas para que no los descubrieran los soldados del faraón.
Los judíos celebran este acontecimiento cada año en la pascua judía o "Pesaj", que siempre concuerda con una noche de luna llena, en recuerdo de los israelitas que huyeron de Egipto pasando por el Mar Rojo.
Podemos estar seguros, por lo tanto, de que el primer Jueves Santo de la historia, cuando Jesús celebraba la Pascua judía con su discípulos en la “Última Cena”, era una noche de luna llena.
Por eso, la Iglesia fija el Jueves Santo y el día de la Pascua, en la luna llena que se presenta entre el mes de marzo y abril y, tomando esta fecha como centro del Año litúrgico, las demás fechas se mueven en relación a esta y hay algunas fiestas que varían de fecha una o dos semanas: El miércoles de ceniza 40 días antes sin contar los domingos. La Ascensión del Señor Jesús, 40 días después de la fecha de su Resurrección el Domingo de Pascua, Pentecostés, 10 días después de la Ascensión y 50 después de Pascua, etc.
El Miércoles de ceniza
El origen de la imposición de la ceniza pertenece a la estructura de la penitencia canónica. Empieza a ser obligatorio para toda la comunidad cristiana a partir del siglo X. El liturgia actual, conserva los elementos tradicionales: imposición de la ceniza y ayuno riguroso. Marca el comienzo de la Cuaresma. Su conversión en caput quadragessimae, ha exigido revisar las lecturas y los textos eucológicos de la misa y del oficio divino.
La bendición e imposición de la ceniza tiene lugar dentro de la misa, después de la homilía; aunque en circunstancias especiales, se puede hacer dentro de una celebración de la Palabra. La ceniza procede de los ramos bendecidos el Domingo de la Pasión del Señor, del año anterior, siguiendo una costumbre que se remonta al siglo XII. La fórmula de bendición hace relación a la condición pecadora de quienes la recibirán. Las fórmulas de imposición de la ceniza se inspiran en la Escritura: Gn, 3, 19 y Mc 1, 15.
El simbolismo de la ceniza es el siguiente:
a) condición débil y caduca del hombre, que camina hacia la muerte;
b) situación pecadora del hombre;
c) oración y súplica ardiente para que el Señor acuda en su ayuda;
d) resurrección, ya que el hombre está destinado a participar en el triunfo de Cristo,
e) Pascual, al complementarse con el agua purificadora de la vigilia de Resurrección. En suma: es un día penitencial obligatorio para toda la Iglesia y está marcado por el ayuno y la abstinencia.
Viacrucis
"Vía Crucis" latín de "Camino de la Cruz". También conocido como "Estaciones de la Cruz" y "Vía Dolorosa". Se trata de un acto de piedad, un camino de oración que busca con la meditación de la pasión y muerte de Jesucristo en su camino al Calvario. El camino se representa con una serie de catorce imágenes de la Pasión o "Estaciones" correspondientes a incidentes particulares que, Jesús sufrió por nuestra salvación basados en los relatos evangélicos y la tradición. También se llama Viacrucis al recorrido de cruces que señalan un camino o una ruta donde se puede realizar este ejercicio piadoso.
la Santísima Virgen visitaba diariamente las Estaciones originales y San Jerónimo, Padre de la Iglesia, escribió sobre la multitud de peregrinos de todos los países que visitaban los lugares santos en su tiempo.
Desde el siglo doce los peregrinos escriben sobre la "Vía Sacra", como una ruta por la que pasaban recordando la Pasión. No sabemos cuando surgieron las Estaciones según las conocemos hoy, ni cuando se les comenzó a conceder indulgencias pero probablemente fueron los Franciscanos los primeros en establecer el Vía Crucis ya que a ellos se les concedió en 1342 la custodia de los lugares más preciados de Tierra Santa. Tampoco está claro en que dirección se recorrían ya que, según parece, hasta el siglo XV muchos lo hacían comenzando en el Monte Calvario y retrocediendo hasta la casa de Pilato
Muchos peregrinos no podían ir a Tierra Santa ya sea por la distancia y difíciles comunicaciones, ya sea por las invasiones de los musulmanes que por siglos dominaron esas tierras y perseguían a los cristianos. Así creció la necesidad de representar la Tierra Santa en otros lugares más accesibles e ir a ellos en peregrinación.
Las estaciones generalmente se colocan en intervalos en las paredes de la iglesia o en lugares reservados para la oración. Los santuarios, casas de retiros y otros lugares de oración suelen tener estaciones de la cruz en un terreno cercano. En los monasterios generalmente se encuentran en el claustro.
La finalidad de las Estaciones es ayudarnos a unirnos a Nuestro Señor haciendo una peregrinación espiritual a la Tierra Santa, a los momentos mas señalados de su Pasión y muerte redentora. Pasamos de Estación en Estación meditando ciertas oraciones. Varios santos, entre ellos San Alfonso Ligorio, Doctor de la Iglesia, han escrito meditaciones para cada estación. También podemos añadir las nuestras. Es tradición, cuando las Estaciones se hacen en público, cantar una estrofa del "Stabat Mater" mientras se pasa de una estación a la otra.
14 estaciones
Señal de la Cruz
Antes de cada estación se reza: Te adoramos o Cristo y te bendecimos. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Después de cada estación rezamos: Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
1. Jesús es condenado a muerte.
2. Jesús carga con la cruz.
3. Jesús cae por primera vez.
4. Jesús encuentra a su Santísima Madre.
5. Simón el Cirineo le ayuda a llevar la cruz.
6. La Verónica limpia el rostro de Jesús.
7. Jesús cae por segunda vez.
8. Las mujeres de Jerusalén lloran por Jesús.
9. Jesús cae por tercera vez.
10. Jesús es despojado de sus vestiduras.
11. Jesús es clavado en la cruz.
12. Jesús muere en la cruz.
13. El cuerpo de Jesús es bajado de la cruz.
14. El cuerpo de Jesús es colocado en el sepulcro.
Oración Final
Te suplico, Señor, que me concedas, por intercesión de tu Madre la Virgen, que cada vez que medite tu Pasión, quede grabado en mí con marca de actualidad constante, lo que Tú has hecho por mí y tus constantes beneficios. Haz, Señor, que me acompañe, durante toda mi vida, un agradecimiento inmenso a tu Bondad. Amén
Las ferias de Cuaresma
La Celebración de la Cuaresma recae fundamentalmente en los domingos, y tienen preferencia sobre las solemnidades. Sin embargo su celebración se complementa con las ferias, que prevalecen sobre las memorias obligatorias.
La catequesis durante esos días consiste en:
a) la conversión del corazón y el culto que desde el interior, es debido a Dios;
b) el perdón fraterno, como requisito indispensable para obtener el perdón de Dios, y
c) la renovación personal de la vida y la entrega amorosa a los demás, como frutos del Misterio Pascual.
Domingos
Los domingos I y II de Cuaresma
Siguen la orientación de la época de San León: celebrar la «cuarentena» del Señor y su transfiguración. Este tema aparece en los dos domingos. El primer domingo tiene una importancia especial, por ser «el venerable sacramento de la observancia cuaresmal anual»; en el segundo, la presentación de Moisés y Elías.
Los domingos III, IV y V de Cuaresma
Estos domingos fueron tradicionalmente los días en que se celebraban los tres escrutinios; por eso se leían en la misa las lecturas del diálogos de Jesús con la samaritana, de la curación del ciego de nacimiento y la resurrección de Lázaro, evangelios en donde el Bautismo aparece como el sacramento del agua, de iluminación y de la vida nueva.
En consecuencia el domingo II es el «domingo del agua»; el domingo IV, «el domingo de la luz»; el domingo V, «el domingo de la vida nueva». Estamos frente a unos «domingos sacramentales», porque comportan, tanto para los catecúmenos como para los fieles, un encuentro personal con Cristo, como sucedió con la samaritana, al ciego de nacimiento y a Lázaro resucitado.
Las lecturas veterotestamentarias, forman una unidad catequética, presentando las cinco grandes etapas de la historia de la salvación, desde los orígenes, hasta el umbral del Nuevo Testamento.
La misa crismal
Según una antigua tradición, el Jueves Santo por la mañana se celebra la misa crismal, en la que el obispo de la diócesis, que concelebra con su presbiterio, consagra el santo crisma y bendice el óleo de los catecúmenos y la unción de los enfermos.
La concelebración de la misa crismal manifiesta la comunión entre el sacerdocio y el ministerio que existe entre el obispo y los presbíteros. El rico significado teológico y pastoral de esta celebración en la vida de la diócesis reclama que sea única, que tenga lugar en la catedral y que participe el mayor número de fieles.
La nueva revisión de la “Institutio Generalis Missalis Romani”, aprobada por Juan Pablo II el Jueves Santo del 2000, indica que es competencia de la Conferencia Episcopal, preparar el calendario litúrgico de la Nación, indicando que no se propongan cambios “nisi revera sint maximi momenti” (n. 394).
Domingo de Ramos de la Pasión del Señor
Desde el siglo V, el domingo último de Cuaresma encontró en Roma su forma definitiva como domingo de la Pasión, y seguirá así hasta el siglo X. Se aparta de esta manera de los otros ritos que tenían como núcleo central la entrada triunfal de Cristo en la Ciudad Santa, como ocurría en Jerusalén. Con este domingo da inicio la Semana Santa, en la cual la Iglesia celebra los misterios de la salvación realizados por Cristo en los últimos días de su vida, comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén.
El misal de San Pío V, presentaba esta liturgia en cinco partes: a) bendición de los ramos, dentro de una extensísima celebración, estructurada como misa; b) distribución de los ramos, mientras se cantaban dos antífonas; c) procesión: el recorrido partía de la iglesia y se regresaba a ella; d) rito ante las puertas de la iglesia, que permanecían cerradas, con cantos desde dentro y fuera de la iglesia, una vez abiertas entraba la procesión, y e) la celebración de la misa romana de Pasión.
Pío XII, revisó y modificó estos ritos, agrupándolos en dos partes: la procesión solemne en honor a Cristo Rey y la misa de Pasión simplificó la bendición de los ramos, modificó su distribución y suprimió la ceremonia ante las puertas de la Iglesia.
En la situación actual, la liturgia de este domingo, llamado Dominica in Palmis de Passione Domini, la procesión y la misa ya no son dos partes independientes sino elementos de un todo. Se ha logrado integrar las dos tradiciones, la romana y la jerosolimitana, logrando que el Domingo de Ramos se presente como presagio del triunfo real de Cristo y anuncio de su Pasión, aspectos que se han de poner en evidencia tanto en la celebración como en la catequesis del día. “La entrada de Jesús en Jerusalén manifiesta la venida del Reino que el Rey-Mesías llevará a cabo mediante la Pascua de su muerte y de su Resurrección. Con su celebración, la liturgia de la Iglesia abre la gran Semana Santa” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 560).
Domingo de resureccion
El Domingo de Resurrección o de Pascua es la fiesta más importante para todos los católicos, ya que con la Resurrección de Jesús es cuando adquiere sentido toda nuestra religión.
Cristo triunfó sobre la muerte y con esto nos abrió las puertas del Cielo. En la Misa dominical recordamos de una manera especial esta gran alegría. Se enciende el Cirio Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que permanecerá prendido hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo.
La Resurrección de Jesús es un hecho histórico, cuyas pruebas entre otras, son el sepulcro vacío y las numerosas apariciones de Jesucristo a sus apóstoles.
Cuando celebramos la Resurrección de Cristo, estamos celebrando también nuestra propia liberación. Celebramos la derrota del pecado y de la muerte.
En la resurrección encontramos la clave de la esperanza cristiana: si Jesús está vivo y está junto a nosotros, ¿qué podemos temer?, ¿qué nos puede preocupar?
Cualquier sufrimiento adquiere sentido con la Resurrección, pues podemos estar seguros de que, después de una corta vida en la tierra, si hemos sido fieles, llegaremos a una vida nueva y eterna, en la que gozaremos de Dios para siempre.
San Pablo nos dice: “Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe” (I Corintios 15,14)
Si Jesús no hubiera resucitado, sus palabras hubieran quedado en el aire, sus promesas hubieran quedado sin cumplirse y dudaríamos que fuera realmente Dios.
Pero, como Jesús sí resucitó, entonces sabemos que venció a la muerte y al pecado; sabemos que Jesús es Dios, sabemos que nosotros resucitaremos también, sabemos que ganó para nosotros la vida eterna y de esta manera, toda nuestra vida adquiere sentido.
La Resurrección es fuente de profunda alegría. A partir de ella, los cristianos no podemos vivir más con caras tristes. Debemos tener cara de resucitados, demostrar al mundo nuestra alegría porque Jesús ha vencido a la muerte.
La Resurrección es una luz para los hombres y cada cristiano debe irradiar esa misma luz a todos los hombres haciéndolos partícipes de la alegría de la Resurrección por medio de sus palabras, su testimonio y su trabajo apostólico.
Debemos estar verdaderamente alegres por la Resurrección de Jesucristo, nuestro Señor. En este tiempo de Pascua que comienza, debemos aprovechar todas las gracias que Dios nos da para crecer en nuestra fe y ser mejores cristianos. Vivamos con profundidad este tiempo.
Con el Domingo de Resurrección comienza un Tiempo pascual, en el que recordamos el tiempo que Jesús permaneció con los apóstoles antes de subir a los cielos, durante la fiesta de la Ascensión.
Aspectos pastorales que conviene resaltar
El tiempo de Cuaresma es un tiempo litúrgico fuerte, en el que toda la Iglesia se prepara para la celebración de las fiestas pascuales. La Pascua del Señor, el Bautismo y la invitación a la reconciliación, mediante el Sacramento de la Penitencia, son sus grandes coordenadas.
Se deben utilizar como medios de acción pastoral:
1) La catequesis del Misterio Pascual y de los sacramentos;
2) La exposición y celebración abundante de la Palabra de Dios, como lo aconseja vivamente el cánon. 767, & 3, 3.
3) La participación, de ser posible diaria, en la liturgia cuaresmal, en las celebraciones penitenciales y, sobre todo, en la recepción del sacramento de la penitencia: “son momentos fuertes en la práctica penitencial de la Iglesia” (CEC, n. 1438), haciendo notar que “junto a las consecuencias sociales del pecado, detesta el mismo pecado en cuanto es ofensa a Dios”; y,
4) El fomento de los ejercicios espirituales, las peregrinaciones, como signo de penitencia, las privaciones voluntarias como el ayuno y la limosna y las obras caritativas y misioneras.
Indulgencias
Podemos ganar para nosotros o para los difuntos el don de la Indulgencia Plenaria si cumplimos algunas de las siguientes obras establecidas por la Santa Sede durante el Triduo Pascual.
Jueves Santo
Durante la solemne reserva del Santísimo Sacramento, que sigue a la Misa de la Cena del Señor, si recitamos o cantamos el himno eucarístico del "Tantum Ergo" ("Adorad Postrados").
Visitando por espacio de media hora el Santísimo Sacramento reservado en el Monumento para adorarlo.
Viernes Santo
El Viernes Santo, si asistimos piadosamente a la Adoración de la Cruz en la solemne celebración de la Pasión del Señor.
Sábado Santo
Recitando juntos el Santo Rosario.
Vigilia Pascual (noche del sábado)
Asistiendo a la celebración de la Vigilia Pascual y renovando en ella las promesas de nuestro Santo Bautismo.
Tipos de indlgencias
Indulgencia Parcial:
-tener la intención de ganar indulgencias
-realizar la obra o la oración prescrita
-estar en estado de gracia
Indulgencia Plenaria:
-Visitar el lugar u observar aquello a lo que se le concedió indulgencia.
-tener la intención de ganar indulgencias
-Exclusión de todo afecto hacia cualquier pecado, incluso venial.
-Rezar el Padre Nuestro para afirmar la propia dignidad de hijos de Dios recibida en el bautismo.
-Rezar el Credo (Símbolo de la fe) para afirmar la propia identidad cristiana
-Confesión Sacramental
-Comunión Eucarística
-Orar por las intenciones del Santo Padre para afirmar la propia pertenencia a la Iglesia, cuyo fundamento y centro visible de unidad es el Romano Pontífice
La indulgencia plenaria solo puede ser adquirida una vez en el transcurso del día (excepto en el momento de la muerte). Es además requerido que toda atadura al pecado, incluso al venial, este ausente.
Aunque la comunión y la oración por el santo Padre es requerida en el mismo día en que se ejecuta la obra o la oración, la confesión puede ser hecha 8 días antes o después.
Estas condiciones pueden cumplirse unos días antes o después de la ejecución de la obra enriquecida con la Indulgencia Plenaria; pero conviene que la comunión y la oración por las intenciones del Sumo Pontífice se realicen el mismo día en que se cumple la obra.
Con una sola confesión sacramental pueden ganarse varias indulgencias. Conviene, no obstante, que se reciba frecuentemente la gracia del sacramento de la Penitencia, para ahondar en la conversión y en la pureza de corazón. En cambio, con una sola comunión eucarística y una sola oración por las intenciones del Santo Padre sólo se gana una Indulgencia Plenaria.
Los huevos de Pascua
Tradición de la iglesia de oriente. Los huevos son símbolo de la tumba, que con la resurrección de Cristo ha sido rota como cáscara de huevo. Sus colores de arco iris nos recuerdan la alianza que Dios hizo con Noé y la promesa de Dios a todas las criaturas sobre la tierra. Son colores festivos. La búsqueda de huevos es el modo acostumbrado de celebrar a las mujeres que llegaron a la tumba para embalsamar el cuerpo del Señor. El ángel brillante en sus vestiduras les preguntó: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? ¡Cristo ha resucitado!“
Desde los comienzos de la humanidad, el huevo fue sinónimo de fertilidad, esperanza y renacimiento. El huevo adquirió importancia dentro de la mitología egipcia cuando el Ave Fénix se quemó en su nido y volvió a renacer más tarde a partir del huevo que lo había creado en un principio. También los hindúes sostenían que el mundo había nacido de un huevo.
Los huevos de pascua en la antigüedad eran de gallina y de pato, y en la Edad Media les eran regalados a los chicos durante las celebraciones. Al tiempo, los cristianos comenzaron a obsequiarse huevos durante la Semana Santa con regalos y al principio el siglo 19, en Alemania, Italia y Francia, aparecieron los primeros huevos hechos con chocolate con pequeños regalos adentro.
En cuanto a la decoración, los huevos de pascua siempre han representado un desafío para los reposteros. Pero las diversas culturas fueron decorando de manera diferente los huevos. En sus comienzos, eran pintados a mano con colores estridentes que representaban la luz del sol. Los huevos se hacían uno a uno con un molde prefabricado, lo que dificultaba mucho su elaboración masiva. Los colores estridentes fueron apareciendo con las grandes producciones de huevos, por los años 20 y 30 del siglo pasado.
El conejo de Pascua
Este no es un invento moderno. Tiene su origen en las celebraciones anglo-sajonas pre-cristianas. El conejo, un animal muy fértil, era el símbolo terrenal de la diosa Eastre, a quien se le dedicaba el mes de abril.
El conejo, como símbolo de Pascua, parece tener sus orígenes en Alemania donde es mencionado por primera vez en unos textos del siglo XVI. Los primeros conejos comestibles se fabricaron en Alemania en el siglo XIX de pastelería y azúcar.
El conejo de Pascua fue introducido en EE.UU. por los inmigrantes alemanes que llegaron al Pennsylvania Dutch Country durante el siglo XVIII. La llegada del "Oschter Haws" se consideraba uno de los grandes placeres de la infancia, equivalente a una visita de Papá Noel en Noche Buena. Los niños creían que si se portaban bien, el "Oschter Haws" pondría huevos de colores.
Los niños construían nidos en lugares apartados o escondidos de la casa, el granero o el jardín para que pusiera sus huevos el conejito. Más tarde empezaría la tradición de construir elaboradas cestas para poner los huevos.
Para vivir mas concientemente esta cuaresma les invito a leer el libro de Beata Ana Catalina Emmerick,
libro del cual se vaso Mel Gibson para hacer la pelicula de la Pasion
http://www.corazones.org/santos/ana_catalina_emmerick_libro1.htm
Dios les bendiga.
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