VIVENCIAS DE MARIA SIMMA
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El reportaje de Sor Emanuel
(Los comentarios y las preguntas, son hechas por: Sor Emanuel)
Sor Emanuel: Henos aquí, María, ¿puedes contarnos ahora cómo fuiste
visitada, la primera vez, por un alma del Purgatorio?
María Simma: Sí, fue en el año 1940, de noche, a las 3 o 4 de la madrugada.
Oí a alguno que iba y venía en mi cuarto. Esto me despertó. Miré para ver
quien pudiese haber entrado en mi cuarto.
-¿Tuviste miedo?
- No, yo no soy nada miedosa. Cuando yo era pequeña, mi madre me decía
que era una niña del todo especial, porque nunca tenía miedo.
-¿ Y entonces, esa noche? ¡Cuéntanos!
- Oh, vi que era un extraño. Iba y venía lentamente. Le pregunté con tono
severo: "¿Cómo has entrado aquí?, ¿qué has perdido?". Pero él continuaba a
caminar en mi cuarto, de aquí para allá, como si nada fuese. Entonces le volví
a preguntar: "¿Qué haces?". Y puesto que continuaba a no querer
responderme, me levanté de un salto para aferrarlo, pero no toqué más que el
aire, y el hombre había desaparecido... Entonces regresé a la cama, y de
nuevo comencé a sentir que iba y venía. Me preguntaba por qué veía allí a ese
hombre, y por qué no podía aferrarlo. Me levanté de nuevo para asirlo y para
hacer que desistiese de caminar. Nuevamente me topé con la nada. Quedé
perpleja. Volví a acostarme. No volvió otra vez, pero aquella noche no conseguí
adormecerme. Al día siguiente, después de misa, fui a ver a mi director
espiritual y le conté lo sucedido. El me dijo "Si todo eso recomienza, no
preguntes: "¿Quien eres?, sino, ¿“Qué quieres de mí?".
La noche siguiente el hombre regresó. Era el mismo, y yo le pregunté: "¿Qué
quieres de mí?". Me respondió: "Haz celebrar tres misas por mí y yo seré
liberado". Entonces comprendí que era un alma del Purgatorio. Mi padre
espiritual me lo confirmó. Me aconsejó de no rechazar jamás a las almas del
Purgatorio, y de acoger con generosidad sus pedidos.
- Y después, ¿continuaron las visitas?
- Sí, durante algunos años venían tres o cuatro almas solamente, sobre todo en
el mes de noviembre. Luego no vinieron más.
- ¿Y qué te piden estas almas?
- Muchas veces piden de hacer celebrar misas y de asistir a esas misas; piden
de recitar Rosarios, y también de hacer el Vía Crucis.
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- A este punto se nos plantea una pregunta, que es fundamental: ¿Qué es
exactamente el Purgatorio?
- Diría que es una invención genial por parte de Dios. Y aquí quisiera
proponerles una imagen toda mía. Supongan que un día se abre una puerta y
aparece un ser extraordinariamente bello, de una belleza tal, nunca vista sobre
la tierra. Aquí quedan fascinados, trastornados por este SER de luz y de
belleza, tanto más que él demuestra estar locamente enamorado de ustedes (lo
que nunca se hubiesen imaginado); se dan cuenta que también él tiene un gran
deseo de atraerlos a sí, de abrazarlos; y el fuego del amor que quema ya en
sus corazones los empuja seguramente a precipitarse entre sus brazos. Pero
ustedes, se dan cuenta, en ese preciso instante, de que hace meses que no se
lavan, que huelen mal, que se sienten horriblemente feos; tienen la nariz que
chorrea, los cabellos grasosos y pegoteados, horribles manchas de suciedad
sobre la ropa, etc., etc. Entonces se dicen a sí mismos: "¡No, no es posible que
yo me presente en este estado!. Es preciso que antes me lave, me duche, y
luego, rápidamente, regrese a verlo…". Pero he aquí que el amor nacido en sus
corazones es tan intenso, tan fuerte, tan abrasador, que este atraso debido a la
ducha es absolutamente insoportable. Y el dolor mismo de la ausencia, aunque
dure sólo pocos minutos, causa un ardor atroz en el corazón. Y, ciertamente,
este ardor es proporcional a la intensidad de la revelación del amor: es una
Llama de amor...
Pues bien, el Purgatorio es exactamente esto. Es un atraso impuesto por
nuestra impureza, un atraso antes del abrazo de Dios, una Llama de amor que
hace sufrir terriblemente; una espera, o si quieren, una nostalgia, del Amor. Es
precisamente esta Llama, esta ardorosa nostalgia la que nos purifica de todo lo
que aún es impuro en nosotros. Me atrevería a decir que el Purgatorio es un
lugar de deseo, del deseo loco de Dios, de Dios que ya ha sido reconocido y
visto, pero al cual el alma todavía no se ha unido.
Las almas del Purgatorio hablan con frecuencia con María sobre ese gran
deseo, de esa sed que tienen de Dios, y cómo ese deseo es para ellas
profundamente doloroso; es, sin duda, una verdadera agonía. En la práctica el
Purgatorio es una gran crisis, una crisis que nace de la falta de Dios.
Sobre esto he querido que María nos precisara un punto fundamental:
- María, ¿las almas del Purgatorio prueban alegría y esperanza en medio de
sus sufrimientos?
- Sí, ningún alma quisiera volver del Purgatorio a la tierra, porque ellas ya
tienen un conocimiento de Dios infinitamente superior al nuestro, y no podrían
nunca más decidirse a regresar a las tinieblas de este mundo. He aquí,
entonces, la gran diferencia entre los sufrimientos del Purgatorio y los de la
tierra: en el Purgatorio, aunque sea terrible el dolor del alma, la certeza que se
tiene de vivir con Dios es tan fuerte e indestructible que el gozo de esta certeza
supera aun el dolor; y por nada del mundo esas almas quisieran volver a vivir
sobre la tierra donde, al fin de cuentas, nunca se tiene seguridad de nada.
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- María, ¿ahora podrías decirnos si es Dios quien envía un alma al Purgatorio,
o si, en cambio, es el alma misma quien decide de ir allí?
- Es el alma misma quien quiere ir al Purgatorio para purificarse, antes de
entrar en el Paraíso. Pero aquí es preciso decir también que el alma, cuando
está en el Purgatorio, adhiere perfectamente a la voluntad de Dios; por
ejemplo, se complace del bien y desea nuestro bien; experimenta tanto amor
por Dios, y también por quienes aún estamos en la tierra. Estas almas están
perfectamente unidas al Espíritu de Dios o, si quieren, a la Luz de Dios.
- María, ¿en el momento de la muerte, se ve a Dios en plena luz, o en manera
confusa?
- En manera aún confusa; con todo, hay una claridad tal, que basta,
ciertamente, para tener nostalgia.
¡Es verdad! Es una luz resplandeciente, en relación a las tinieblas de la tierra;
pero todavía es nada con respecto a la Luz que el alma conocerá en el Cielo.
Del resto, a tal propósito, podemos hacer una confrontación con las
experiencias de las que se habla en el libro "La vida más allá de la vida":
muchísimas de esas personas que, de un estado de pre-muerte (por coma,
paro cardíaco, etc.), han entrevisto algo del más allá, quedaron tan fascinadas
de esa luz, que para ellas ha sido una verdadera agonía retornar a la común
existencia sobre la tierra, después de aquella experiencia.
- María, ¿puedes decirme cuál es el papel de La Virgen con respecto a las
almas del Purgatorio?
- Sí, viene frecuentemente para consolarlas y decirles que han hecho bien
tantas cosas, y les da coraje.
- ¿Hay días especiales en los cuales ella las libera?
- Si, sobre todo el día de Navidad, el día de Todos los Santos, El Viernes
Santo; las libera también el día de su Asunción y en el de la Ascensión de
Jesús.
- Pero, María, ¿por qué se va al Purgatorio? ¿Cuáles son los pecados que
conducen con frecuencia a las almas al Purgatorio?
- Son los pecados contra la caridad, contra el amor hacia el prójimo, la dureza
del corazón, la hostilidad, la calumnia; sí, todas estas cosas. Sé que la
maldición y la calumnia se cuentan entre las culpas más graves que necesitan
una larga purificación.
María, al respecto, nos ofrece un ejemplo que la ha impactado mucho, y es un
testimonio que quiero contarles. Se trata de un hombre y de una mujer; de ellos
se le pidió se informase si estaban en el Purgatorio. Con gran asombro de
quienes se lo habían pedido, la mujer ya estaba en el Paraíso y el hombre en el
Purgatorio. Pero en realidad esa mujer había muerto después de un aborto,
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mientras que el hombre iba con frecuencia a la iglesia y llevaba una vida,
aparentemente, bastante digna y piadosa. Entonces María se informa
nuevamente, pensando que podría haberse equivocado. Pero no, era tal cual:
en realidad los dos murieron contemporáneamente, pero la mujer se había
arrepentido sinceramente de lo que había hecho, y había sido muy humilde; en
cambio el hombre, aunque religioso, juzgaba todo y a todos, siempre se
lamentaba, hablaba mal de la gente, y criticaba. Por eso su purgatorio era muy
largo. Y María concluyó: "Nunca se debe juzgar según las apariencias".
Otros pecados contra la caridad son, por cierto, todos nuestros repudios hacia
algunas personas que no amamos, nuestro rechazo en hacer las paces, en
perdonar, y todos los rencores que encerramos en el corazón. Al respecto
María nos reveló un testimonio que nos hace reflexionar. Es la historia de una
persona que ella conocía muy bien. Esta persona había muerto. Era una mujer
y se encontraba en el Purgatorio, padeciendo sufrimientos atroces. Y cuando
esa alma visitó a María, ella le preguntó el porqué; y el porqué era que ella
tenía una amiga, sí, una amiga con la cual surgió una enemistad muy grande; y
esa enemistad había sido causada por ella misma y, a pesar de todo, había
conservado su rencor por años y años; y cuando su amiga, en varias
circunstancias, había venido a pedirle de hacer las paces, de reconciliarse, ella
la rechazaba; y cuando cayó gravemente enferma, había continuado a tener
cerrado su corazón, a rechazar la paz que se le proponía; y hasta en el lecho
de muerte, aquella amiga había venido a suplicarle de hacer las paces; pero
aún en su lecho de muerte ella había rechazado reconciliarse. Por ese motivo
se encontraba aún en un purgatorio muy doloroso, y por eso había venido a
pedir ayuda a María.
Este testimonio sobre la gravedad de conservar el rencor es muy significativo.
Por lo que se refiere a las palabras, nunca se dirá bastante acerca de cómo
una palabra de crítica, una palabra malévola pueda realmente matar, y también
cómo una buena palabra pueda curar.
- Entonces, María, ¿puedes decirnos quienes son los que tienen mayores
posibilidades de ir directamente al Paraíso?
- Son aquellos que tienen un corazón bueno, un corazón bueno hacia todos. La
caridad cubre una multitud de pecados.
Sí, es San Pablo quien nos lo dice.
- Y ¿cuáles son los medios que podemos emplear sobre la tierra para evitar el
Purgatorio e ir derecho al Paraíso?
- Debemos hacer mucho por las almas del Purgatorio, porque son ellas
quienes, a su vez, nos ayudan. Hay que tener mucha humildad: ésta es el arma
más grande contra el Maligno. La humildad elimina el mal.
A este punto no resisto al deseo de referir un bellísimo testimonio del Padre
Berlioux (que ha escrito un hermoso libro sobre las almas del Purgatorio), con
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relación a la ayuda ofrecida por estas almas a aquellos que las ayudan con
oraciones y sufragios:
"Se cuenta que una persona muy amiga de las almas del Purgatorio había
consagrado toda su vida a sufragar por ellas. Habiendo llegado la hora de su
muerte, fue asaltada con furor por el demonio que la veía a punto de
escapársele. Parecía que el abismo entero, confederado contra ella, la rodease
con sus cohortes infernales. La moribunda luchaba desde hacía tiempo entre
los esfuerzos más penosos, cuando todo de un golpe vio entrar en su casa una
multitud de personajes desconocidos, pero resplandecientes de belleza, que
pusieron en fuga al demonio y, acercándose a su lecho, le dirigieron palabras
de aliento y de consolación totalmente celestiales. Emitiendo entonces un
profundo suspiro, y llena de alegría, gritó: ¿quiénes son ustedes? ¿Quiénes
son los que me hacen tanto bien?. Aquellos buenos visitantes respondieron:
"Nosotros somos habitantes del Cielo, que tu ayuda ha encaminado a la
felicidad, y, como reconocimiento, venimos a ayudarte para que cruces el
umbral de la eternidad y te libres de este lugar de angustia y te introduzcas en
las alegrías de la Ciudad Santa".
Con estas palabras una sonrisa iluminó el rostro de la moribunda. Sus ojos se
cerraron y ella se durmió en la paz del Señor. Su alma, pura como una paloma,
presentándose al Señor de los Señores, encontró tantos protectores y
abogados entre las almas que ella había liberado; y reconocida digna de la
gloria, entró allí triunfalmente, en medio de los aplausos y las bendiciones de
quienes había liberado del Purgatorio".
¡Ojalá que también nosotros, un día, podamos tener la misma suerte!.
Entonces hay que decir que las almas, sí, las almas liberadas por nuestra
plegaria, son sumamente agradecidas. Les aconsejo, pues, que hagan la
experiencia; las almas nos ayudan, conocen nuestras necesidades y nos
obtienen muchas gracias.
- Entonces María, ahora pienso en el buen ladrón, en aquel que estaba
crucificado junto a Jesús, y me gustaría saber que hizo para que Jesús le
prometiese que, ese mismo día, estaría con él en el Paraíso.
- El aceptó humildemente su sufrimiento diciendo que era algo justo. Alentó al
otro ladrón a aceptar también él su condición. El tenía el temor de Dios, es
decir, era humilde.
Otro hermoso ejemplo, que nos contara María Simma, demuestra cómo un
gesto de bondad puede rescatar, en poquísimo tiempo, una vida de pecado.
Escuchémoslo narrado con sus mismas palabras:
"Conocía a un joven de unos veinte años. Vivía en un pueblo vecino al mío.
Este pueblo había sido duramente golpeado y destruido por una serie de
aludes que mataron un gran número de habitantes. Era en el ano 1954. Una
noche ese joven se hallaba en la casa de sus padres. Imprevistamente un
terrible alud se abate precipitando cerca de su casa. El oye gritos
desgarradores, gritos lastimeros que invocan: "¡Ayúdennos! ¡Sálvennos!
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¡Vengan a socorrernos!... ¡Somos arrollados por los aludes!... ". De inmediato el
joven se levantó y se precipitó para socorrer a esas personas. Pero su madre,
que había oído los gritos, le impidió pasar, cerró la puerta y dijo: "¡No, otros
deben socorrerlos, nosotros no!. Afuera es demasiado peligroso. No quiero que
haya un muerto más": Pero él, puesto que había sido impactado por esos gritos
y quería verdaderamente socorrer a esa gente, empuja a su madre y dice: "¡Sí,
yo voy! ¡No quiero dejarlos morir así!': y salió. Pero también él, a lo largo del
trayecto, fue embestido por un alud y murió...
Dos días después de su muerte, él vino a visitarme de noche y me dijo: "Haz
celebrar tres misas por mí, así seré liberado del Purgatorio". Yo fui a dar cuenta
de ello a su familia y a sus amigos. Ellos quedaron muy sorprendidos al oír que,
solamente con tres misas, se libraría del Purgatorio. Alguno de sus amigos
agregó "Yo no hubiera querido estar en su lugar en la hora de la muerte. ¡Si
hubiesen visto todas las fechorías que cometió!... ". Pero ese joven, con
posterioridad, me declaró: "Yo he cumplido un acto de amor puro poniendo a
riesgo mi vida y donándola por aquellas personas; y es gracias a esto que el
Señor me ha acogido tan rápidamente en Su Cielo. Es verdad, la caridad cubre
una multitud de pecados".
En este episodio se ve cómo un solo acto de amor desinteresado ha sido
suficiente para purificar a ese joven de una vida de fechorías; y el Señor ha
aprovechado de ese instante de amor para llamarlo a sí. María, en efecto, ha
dicho que este joven quizás nunca hubiese tenido en su vida la ocasión de
realizar un acto de amor tan fuerte, y quizás se hubiese convertido en un
hombre malvado. El Señor, en Su Misericordia, lo ha llamado a sí justo en el
mejor momento, en el momento más puro a causa de ese acto de amor.
Ahora he aquí otro episodio que demuestra cómo el Señor acepta y valoriza
también un simple acto de bondad:
- El alma de una mujer se presentó, un día, con un balde en mano. "¿Qué
haces con ese balde?", le pregunté. Es la llave de mi Paraíso, respondió
radiante. No he orado mucho durante mi vida; raramente iba a la iglesia pero
una vez, antes de Navidad, he limpiado gratuitamente toda la casa de una
pobre anciana. Ha sido mi salvación". Esta es la prueba que todo depende de
la caridad.
Es también importante, cuando se está a punto de la muerte, abandonarse a la
voluntad del Señor. María me narró el caso muy hermoso de una madre de
cuatro hijos que estaba por morir. En vez de rebelarse y de inquietarse ella dijo
al Señor: "Acepto la muerte, en el momento que tú lo quieras, y pongo mi vida
en tus manos. Te confío mis hijos y sé que tú encargarás de ellos". María me
dijo que, a causa de esta inmensa confianza en Dios, esa mujer fue
directamente al Paraíso sin pasar por el Purgatorio. Verdaderamente se puede
decir que el amor; la humildad y el abandono a Dios son tres llaves de oro que
nos hacen entrar directamente en el Paraíso.
- María, ¿podrías decirnos cuáles son los medios más eficaces para facilitar la
liberación de las almas del Purgatorio?
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- EI medio más eficaz es la Misa.
- ¿Por qué la Misa?
- Porque es Cristo quien se ofrece por amor nuestro. Es la ofrenda del mismo
Cristo a Dios, la más bella de las ofrendas. EI sacerdote es el representante de
Dios y es el mismo Dios que se ofrece y se sacrifica por nosotros. La eficacia
de la Misa por los difuntos es tanto mayor cuanto más grande ha sido la estima
que ellos tuvieron por la Misa cuando eran todavía en vida. Si en esas Misas
han orado con todo el corazón y si han asistido también durante la semana,
según el tiempo disponible, ellos sacarán grande provecho de las misas
celebradas por ellos. También en esto se recogerá lo que se ha sembrado.
Además de ir nosotros, no nos olvidaremos de invitar a nuestros hijos a que
asistan a estas Misas, y, si posible, invitemos a los muchachos de las escuelas.
Ningún padre, ninguna madre, ningún catequista puede poner en el corazón del
niño lo que Nuestro Señor personalmente le da, en gracias, durante la Misa y la
Comunión.
Agregaré que un alma del Purgatorio ve muy bien el día de sus funerales: si se
reza verdaderamente por él o si, simplemente, se hace acto de presencia para
mostrar que está allí. Ellas dicen que las Lágrimas no sirven para nada para
ayudarlas. En cambio sirve mucho la oración. Con frecuencia esas almas
lamentan el hecho de que las personas asisten a su sepultura, pero no elevan
una sola plegaria a Dios; derraman muchas lágrimas, pero eso es inútil.
Con relación a la Misa, quisiera citarles un hermoso ejemplo narrado por el
santo Cura de Ars a sus parroquianos: "Hijos míos, un buen sacerdote había
tenido la desgracia de perder un amigo muy querido. Por eso rezó mucho por la
paz de su alma. Un día Dios le hizo saber que su amigo estaba en el Purgatorio
y sufría terriblemente. Este santo sacerdote pensó que no podía hacer algo
mejor que ofrecer el Santo Sacrificio de la Misa por su querido difunto. En el
momento de la Consagración, tomó la Hostia entre sus manos y dijo: "Padre
Santo y Eterno, en tus manos divinas está el alma de mi amigo en el Purgatorio
y en mis pobres manos de ministro tuyo está el Cuerpo de Tu Hijo Jesús. Pues
bien, Padre Bueno y Misericordioso, libra a mi amigo y yo te ofrezco a Tu Hijo
junto con todos los méritos de Su Gloriosa Pasión y Muerte". Este pedido fue
escuchado. De hecho, en el momento de la elevación, él vio que el alma de su
amigo subía al Cielo resplandeciente de gloria. Dios había aceptado la
ofrenda”.
"Por eso hijos míos, concluyó el santo Cura de Ars, cuando queramos liberar a
nuestros seres queridos que están en el Purgatorio, hagamos lo mismo.
Ofrezcamos al Padre, por medio del Santo Sacrificio, a Su Hijo Dilecto, junto
con todos los méritos de Su Pasión y Muerte, así no podrá rechazarnos nada".
Otros medios muy eficaces para ayudar a las almas del Purgatorio son el
ofrecimiento de nuestros sufrimientos, nuestras mortificaciones y el sufrimiento
voluntario, como por ejemplo el ayuno, las privaciones, etc. Y, naturalmente,
también los sufrimientos involuntarios como las enfermedades, los lutos, los
abandonos...
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- María, tú fuiste invitada, muchas veces, a sufrir por las almas del Purgatorio
para liberarlas. ¡Puedes decirnos qué has vivido y probado en esos momentos!
- La primera vez un alma (era una mujer) me preguntó si quería sufrir tres
horas, en mi cuerpo, por ella; y agregó que luego yo podría retomar mi trabajo.
Yo me dije: "Si es sólo por tres horas, quiero aceptar". Esas tres horas me
parecieron que durasen como tres días, tan terribles eran los sufrimientos.
Pero, al fìnal, miré el reloj y vi que habían pasado sólo tres horas. EI alma
luego me dijo que, habiendo aceptado sufrir con amor esas tres horas, le había
ahorrado veinte años de Purgatorio.
- María, ¿por qué, una vez llegados al Purgatorio, no se pueden adquirir
méritos y, en cambio, mientras se está en la tierra siempre se los pueden
adquirir?
- Porque en el momento de la muerte los méritos se terminan. Mientras uno
vive en la tierra puede reparar el mal que ha cometido antes. Las almas del
Purgatorio tienen una santa envidia por esta posibilidad nuestra. Hasta los
Ángeles son celosos de nosotros, porque tenemos la posibilidad de "crecer"
mientras estamos sobre la tierra. Pero muchas veces la aparición del
sufrimiento en nuestra vida nos hace rebelar y tenemos dificultad en aceptarlo y
vivirlo bien.
- Entonces, ¿cómo vivir el sufrimiento para que pueda dar frutos?
- Los sufrimientos son la prueba más grande del amor de Dios, y si se ofrecen
bien, pueden ganar muchas almas.
- Pero ¿qué hacer para recibir los sufrimientos como un don, y no (como se
hace con frecuencia) como una punición o un castigo?
- Hay que ofrecerlo todo a la Virgen Santa, pues ella sabe mejor que nadie
quién necesita esta o aquella ofrenda para ser salvado.
Quisiera referir aquí un testimonio que María me ha contado a propósito del
sufrimiento. El hecho ocurrió en el año 1954. Una serie de avalanchas muy
desastrosas se abatieron sobre un pueblito cercano al de Mana, causando
gravísimos daños. Otros aludes se habían precipitado en dirección al pueblito
de María. Pero aquí sucedió que los aludes se detuvieron ante el pueblito en
modo ciertamente milagroso, sin causar algún daño. Las almas dijeron a María
que en ese pueblito había vivido y muerto una mujer que, durante treinta años,
estuvo enferma y había sido cuidada muy mal; había sufrido terriblemente
durante todos esos años, ofreciendo todos sus dolores por el bien de su
pueblito. Las almas revelaron a María que, gracias al ofrecimiento de aquella
mujer, el pueblito se había salvado. Ella había ofrecido sus sufrimientos
durante 30 años y los había soportado con paciencia. María nos dice que, si
aquella mujer hubiese gozado de buena salud, no hubiese podido proteger a su
pueblito; agrega que con el sufrimiento, pacientemente soportado, se pueden
salvar más almas que con las oraciones. No tenemos que ver siempre el
sufrimiento como una punición. Puede ser aceptado como expiación, no sólo
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para nosotros mismos, sino sobre todo para los demás. Jesucristo era
inocente, y fue El quien sufrió más que todos para expiar por nuestros pecados.
Sólo en el Cielo sabremos totalmente lo que hemos obtenido por medio del
sufrimiento soportado pacientemente, en unión con los sufrimientos de Cristo.
- María, ¿se da una cierta rebeldía por parte de las almas del Purgatorio a
causa de sus sufrimientos?
- No, ellas quieren purificarse y comprenden que los sufrimientos son
necesarios.
- ¿Cuál es el valor de la contrición y del arrepentimiento en el momento de la
muerte?
- La contrición es importantísima. Los pecados como sea, son perdonados,
pero queda la consecuencia del pecado. Si se quiere obtener la indulgencia
plenaria en el momento de la muerte, esto es, ir derecho al Cielo, el alma tiene
que estar libre de toda atadura.
Ahora quisiera referir un testimonio muy significativo que nos ha contado María.
Le habían pedido que se informara sobre una mujer cuyos parientes la creían
perdida, pues había vivido una vida muy mala y estaba totalmente inmersa en
el pecado. Fue víctima de un accidente: se había caído del tren que, en su
marcha, la había arrollado y matado. Un alma dijo a María que esa mujer se
había salvado del Infierno porque, en el momento de la muerte, había dicho a
Dios: "Tú haces bien en retomar mi vida, porque así ya no podré ofenderte", y
eso ha cancelado todos sus pecados. Y esto es muy significativo, porque un
solo acto de humildad, de arrepentimiento en la hora de la muerte, nos salva.
Eso no significa que esa mujer no haya pasado por el Purgatorio; pero se salvó
del infierno merecido a causa de su conducta.
- María, quisiera preguntarte en el momento de la muerte ¿se da un tiempo en
el que el alma tiene la posibilidad de dirigirse a Dios antes de entrar en la
eternidad, un tiempo, si se quiere, entre lo muerte aparente y la muerte real?
- Sí, el Señor da a cada alma algún instante para que se arrepienta de sus
pecados y se decida si acepta o no acepta llegar a Dios. En ese breve tiempo
se ve como en una película la propia vida. Yo conocía a un hombre que creía
en los preceptos de la Iglesia, pero no en la vida eterna; un día se enfermó
gravemente y entró en coma. Entonces él se vio en una sala con una pizarra en
la que estaban escritas todas sus acciones: tanto las buenas como las malas;
luego la pizarra desapareció, también las paredes de aquella sala, y todo era
infinitamente bello. Luego se despertó del coma y decidió cambiar de vida.
Este episodio es semejante a tantos otros refrendos en el libro "La vida más
allá de la vida": la experiencia momentánea de la luz sobrenatural es tal que
esas personas no pueden vivir más como vivían antes.
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- Entonces, María, ¿en la hora de la muerte, Dios se revela con la misma
intensidad a todas las almas?
- A cada alma se le da el conocimiento de su propia vida, y también del
sufrimiento futuro, pero esto no es igual para todos. La intensidad de la
revelación del Señor depende de la vida de cada alma.
- María, ¿el diablo tiene el poder de atacarnos en el instante de nuestra
muerte?
- Si, pero el hombre tiene también la gracia de resistirlo y de rechazarlo,
porque, si el hombre no quiere, el demonio no puede hacer nada.
- María, ¿qué consejos darás a quien quisiera hacerse santo ya en esta tierra?
- Ser humildísimo. No debe ocuparse de sí mismo. Debe huir del orgullo, que
es la trampa más peligrosa que tiende el Maligno.
- María, ¿podrías decirnos si se puede pedir al Señor de hacer su propio
Purgatorio en la tierra para no hacerlo después de la muerte?
- Oh, sí. He conocido un sacerdote y una muchacha, los dos estaban enfermos
en el hospital. La muchacha decía al sacerdote que ella pedía al Señor de
poder sufrir en la tierra tanto cuanto fuera necesario pare ir directamente al
Cielo, y el sacerdote respondió que él no se atrevía a pedir eso. Junto a ellos
había una religiosa que escuchaba toda la conversación. Luego la muchacha
murió antes, y poco después murió también el sacerdote; él se apareció a la
religiosa diciéndole: "Si hubiese tenido igual confianza que esa muchacha,
también yo hubiese ido directamente al Paraíso '´.
- Gracias por este hermoso testimonio, María.
Ahora María me pide 5 minutos de descanso pues tiene que dar de comer a las
gallinas.
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La vuelvo a ver en seguida y continuamos con
nuestras preguntas:
- Sí, por cierto que es difícil describirlos. Pero, dime,
¿Jesús no va al Purgatorio?.
- Ningún alma me lo ha dicho. Es la Madre de Dios
quien va. Una vez pregunté a un alma del Purgatorio
si debía ir ella misma a buscar a las almas de las que
pedían noticias. Me respondió que no: es la Madre de
Misericordia quien da noticias. Ni siquiera los santos
van al Purgatorio; en cambio los Ángeles están allí:
San Miguel... y cada alma tiene cerca a su Ángel
Custodio.
- ¡Qué estupendo, los Ángeles están con nosotros!
Pero, ¿qué hacen los Ángeles en el Purgatorio?
- Alivian y consuelan. Las almas pueden verlos.
- ¡Oh, qué bello! .María, si continuas a hablarnos de los Ángeles casi me haces
venir el deseo de ir al Purgatorio. Otra pregunta: tú sabes que, hoy, mucha
gente cree en la reencarnación, ¿Qué dicen las almas sobre este tema?
- Las almas dicen que Dios nos da una sola vida.
- Pero algunos sostienen que una sola vida no es suficiente para conocer a
Dios y para tener el tiempo de convertirse verdaderamente, y piensan que eso
no sea justo. ¿Que le respondes a tales personas?
- Todas las almas tienen una fe interior; aun si no son practicantes, ellas
reconocen a Dios. No existe nadie que no crea totalmente. Cada hombre tiene
una conciencia para reconocer el bien y el mal, una conciencia dada por Dios y
un conocimiento interior, ciertamente de grados diversos, como sea, sabe
distinguir el bien del mal. Con tal conciencia cada ser humano puede llegar a la
bienaventuranza.
- ¿Qué pasa con las personas que se suicidan? ¿Alguna vez te visitó una de
esas almas?
- Las almas que vienen a mí son sólo almas del Purgatorio. Por lo tanto, hasta
hoy, nunca encontré el caso de un suicida que se haya perdido; eso no
significa que no las haya. Pero algunas almas me dicen que con frecuencia son
más culpables aquellos que han estado alrededor de ellas, porque han sido
negligentes o han difundido calumnias.
A este punto pregunté a María si las almas se arrepienten de haberse
suicidado, y María me respondió que si, pero me dijo que, con frecuencia, el
suicida es una persona enferma. Con todo, las almas se arrepienten porque,
apenas ven las cosas a la luz de Dios, comprenden, en un solo instante, todas
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las gracias que les estarían reservadas a ellas durante el tiempo que aún les
quedaba por vivir, y ven todo el tiempo restante (meses o años), y todas las
almas que hubiesen podido ayudar ofreciendo el resto de su vida a Dios; y lo
que a ellas les causa mayor dolor por su pasado es ver el bien que hubiesen
podido hacer y que, en cambio, no hicieron porque abreviaron su vida. Pero, si
la causa del suicidio fue una enfermedad, el Señor, sin duda, no lo tiene en
cuenta.
- María, quisiera preguntarte si almas de personas de otras religiones, por
ejemplo judíos, han venido a visitarte
- Sí, y están en la felicidad. Quien vive bien su fe está en la paz; pero es a
través de la fe católica que se gana mucho más para el Cielo.
- ¿Existen religiones que son malas para las almas?
- No, pero ¡hay tantas religiones en la tierra! Los más cercanos a la fe Católica
son los ortodoxos y los protestantes. Hay muchos protestantes que recitan el
Rosario; pero las sectas son muy, muy malas. ¡Hay que hacer de todo para
salir de ellas!.
- María, ¿hay sacerdotes en el Purgatorio? (Aquí veo que María alza los ojos
al Cielo como para decir: "¡Ay de mí!...").
- Sí, hay muchos. Esos no han colaborado para tener respeto por la Eucaristía,
y entonces toda la fe sufre. Con frecuencia están en el Purgatorio por haber
descuidado la oración, y su fe ha disminuido; pero es también cierto que
muchos de ellos han ido directamente al Paraíso. Un encuentro inolvidable
para mí fue aquel con un sacerdote cuya mano derecha era negra. Le pregunté
la causa: "Hubiera tenido que bendecir más", me dijo. "Di a todos los
sacerdotes que encuentres que deben bendecir mucho más: ellos pueden dar
numerosas bendiciones y conjurarían las fuerzas del mal ".
- Bien, ¿y qué le dirías a un sacerdote que quisiera vivir verdaderamente según
el corazón de Dios?
- Le aconsejaría de rezar mucho al Espíritu Santo y de recitar cada día el
Rosario.
- María, ¿hay niños en el Purgatorio?
- Sí, pero para ellos el Purgatorio no es muy largo ni muy penoso, porque a
ellos les falta el pleno discernimiento.
- Pienso que algunos de ellos han venido a encontrarte. Tu nos contabas la
historia de aquella niñita… el alma más pequeña que has visto; era una niñita
de 4 años. Pero ¿por qué estaba en el Purgatorio?
- ¿Por qué?. Esta niñita había recibido de sus padres, como regalo de Navidad,
una muñeca. Tenía una hermana melliza, que también había recibido una
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muñeca. Y he aquí que esa niñita de 4 años había roto su muñeca y entonces,
a escondidas, sabiendo que nadie la veía, fue a poner esa muñeca rota en el
lugar de la de su hermana, y a hacer así el cambio, sabiendo muy bien, en su
corazoncito, que habría ocasionado muchísimo dolor a su hermana; se daba
cuenta que eso era un engaño y una injusticia. Por esta causa pasó por el
Purgatorio.
Sí, los niños con frecuencia tienen una conciencia más viva que la de los
adultos, y es preciso sobre todo luchar contra la mentira; ellos son muy
sensibles.
- María, ¿cómo pueden los padres ayudar en la formación de la conciencia de
sus hijos?
- Sobre todo con el buen ejemplo: es lo más importante; y luego con la oración.
Los padres deben bendecir a sus hijos e instruirlos bien en las cosas de Dios.
- Lo dicho es muy importante. ¿Te han visitado almas que, sobre la tierra,
practicaban perversiones? Pienso, por ejemplo, en el campo de la sexualidad.
- Las almas que he conocido (todas del Purgatorio), no se han perdido, pero
deben sufrir mucho para purifìcarse. En todas las perversiones está presente la
obra del Maligno. En modo particular en la homosexualidad.
- ¿qué consejo darías a todas esas personas que son tentadas por la
homosexualidad, que tienen en ellos esas tendencias?
- Les diría de rezar, rezar mucho, para tener la fuerza de alejarse. Sobre todo
hay que orar al Arcángel san Miguel, pues es él, por excelencia, quien combate
contra el Maligno.
-¡Oh, sí el Arcángel san Miguel! ¿Y cuáles son las tendencias del corazón que
pueden conducir a la pérdida de nuestra alma, a la pérdida definitiva de nuestra
alma, es decir al infierno?
- Es cuando no se quiere ir hacia Dios, es decir cuando se dice decididamente:
"¡Yo no quiero!"
Te agradezco por esta aclaración. Y aquí te quisiera contar que, sobre este
argumento, he interrogado a Vicka, una de las videntes de Medjugorje, que me
decía también ella que al infierno (¡y ella al infierno lo ha visto!), van
únicamente aquellos que deciden de ir allí, y no es Dios quien los manda. Al
contrario, El suplica al alma de acoger Su Misericordia. El pecado contra el
Espíritu Santo del que habla Jesús, y que por tanto no es perdonado, es el
rechazo radical de su misericordia, y eso en plena luz y en plena conciencia.
Yo señalo que Juan Pablo IIlo explica muy bien en su encíclica sobre la
Misericordia; pero también en esto podemos hacer mucho, por medio de la
oración, por las almas que están en peligro de perderse.
- María, ¿tendrías algún testimonio al respecto?
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- Un día me encontraba en el tren. En mi compartimiento había un hombre que
no terminaba de criticar a la Iglesia, a los sacerdotes y hasta de ofender a Dios.
No cesaba de maldecir, y yo le dije: "Usted no tiene el derecho de decir todo
eso, ¡no está bien!". Llegada a mi estación, mientras bajaba los dos peldaños
de la escalerita, dije sencillamente a Dios: "¡Señor, que esta alma no se
pierda!...". Algunos años después el alma de este hombre vino a visitarme y me
contó de haber estado a la orilla del Infierno y de haberse salvado sólo por la
oración que yo había hecho en aquel momento.
Sí, es extraordinario ver como tan solo un pensamiento, un impulso del
corazón, una sencilla oración por alguien, pueda impedirle de caer en el
infierno, porque es el orgullo que hace ir al infierno. Y el infierno es eso: es el
obstinarse a decir NO a Dios; pero nuestras oraciones pueden suscitar, en
quien muere, un acto de humildad; y sólo un impulso de humildad, por mínimo
que sea, tiene tanta fuerza como para hacemos evitar el infierno.
- Un alma me contó: "No habiendo observado las leyes de tránsito, me maté a
causa del golpe, mientras iba en motocicleta en Viena”. Le pregunté: "¿Estabas
preparada para entrar en la eternidad?". "No lo estaba, agregó, pero Dios da
dos o tres minutos para que se puedan convertir a cuantos pecan contra de él
con insolencia y presunción. Y sólo quien lo rechaza es condenado". El alma
continuó con su comentario interesante e instructivo: "Cuando uno muere en un
accidente, las personas dicen que era su hora. Es falso: eso se puede decir
sólo cuando una persona muere no por su culpa. Pero según los designios de
Dios, yo hubiera podido vivir aún treinta años; entonces hubiese transcurrido
todo el tiempo de mi vida". Por eso el hombre no tiene el derecho de exponer
su vida a un peligro de muerte, salvo en caso de necesidad. Un médico vino un
día a lamentarse que debía sufrir por haber acortado la vida de sus pacientes
con inyecciones para que no sufrieran más. Dijo que el sufrimiento, soportado
con paciencia, tiene para el alma un valor infinito; se tiene el deber de aliviar los
grandes sufrimientos, pero no el derecho de acortar la vida con medios
químicos. En otra ocasión vino una mujer. Confesó: "He debido sufrir treinta
años de purgatorio porque a mi hija no la he dejado ir al convento".
- María, ¿no te parece increíble que alguno pueda llegar al punto de decir NO a
Dios en el momento de la muerte, cuando lo ve?
- Bien, por ejemplo un hombre me dijo que no quería ir al Cielo; ¿y saben por
qué?. Porque, según él, Dios permite los injustos y las injusticias... Yo le dije
que esto lo hacen los hombres y no Dios. Me respondió: Espero no encontrar a
Dios, después de la muerte, porque entonces le romperé la cabeza con un
hacha". El tenía un odio profundo contra Dios; pero Dios deja al hombre su
voluntad libre; podría impedir esta voluntad, pero no, quiere dejar a cada uno
su libre elección. Dios da a cada uno, durante la vida terrena y en la hora de la
muerte, muchas gracias para convertirse, aun después de una vida transcurrida
en las tinieblas; pero si se pide perdón sin cálculo, ciertamente podemos
salvarnos.
- Jesús dijo que es difícil, para un rico, entrar en el Reino de los cielos. Tú,
personalmente, ¿has visto a veces casos de este género?
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- Sí, si hacen buenas obras, pero obras de caridad, si viven el Amor, entonces
pueden llegar a ser como los pobres.
- Y ahora, María, actualmente, ¿te visitan las almas del Purgatorio?
- Sí, dos o tres veces por semana.
- Quisiera saber qué piensas sobre las prácticas de espiritismo; por ejemplo
cuando se llaman a los espíritus de los difuntos, se hacen girar las mesas, etc.
- ¡No es bueno!. Con frecuencia es el diablo quien hace mover las mesas.
¡Oh, si, es importante decirlo!. Hay que hacer saber esto a la gente; pues hoy,
por desgracia, estas absurdas prácticas espiritistas aumentan cada vez más...
- Ahora, te ruego, acláranos, ¿existe una diferencia entre lo que tú vives con las
almas de los difuntos y las prácticas de espiritismo?
- No es lícito llamar a las almas. Yo no busco su venida; vienen por sí solas,
con el permiso de Dios. En el espiritismo, en cambio, se evocan a los espíritus,
se los llaman. Pero es el demonio quien viene, fingiendo ser el alma de ése o
de aquél. A veces se presenta bajo falsas apariencias, sin ser llamado.
- Tú, personalmente, ¿has sido alguna vez engañada por falsas apariciones?.
Por ejemplo, por el diablo que se hace pasar por un alma del Purgatorio para
hablarte?
- Sí, una vez un alma vino a verme y me dijo: "No recibas al alma que vendrá
después de mí, porque te pedirá demasiados sufrimientos. Eso no está a tu
alcance. Nunca podrás hacer lo que te ha de pedir “. Entonces quedé turbada.
Me acordé de lo que me había dicho mi párroco que había que acoger a cada
alma con generosidad, y yo estaba, por cierto, habituada a la obediencia. De
repente pensé dentro de mí: "¿Acaso no podría ser el demonio quien esté aquí
ante mi, y no un alma del Purgatorio?. ¿No será el demonio que se ha
camuflado?...". Dije entonces a aquel hombre: "Si eres el diablo, ¡vete de aquí”.
En seguida pegó un fuerte grito y huyó. Y efectivamente, el alma que vino
luego de él era un alma que tenía mucha necesidad de mi ayuda y era en
verdad importante que viniese a verme y que yo la escuchase.
- Cuando el diablo aparece, ¿el agua bendita lo hace huir siempre?
- Lo molesta mucho y con frecuencia huye.
- En la actualidad, María, eres muy conocida, sobre todo en Alemania, en
Austria y aun por toda Europa, gracias también a tus conferencias y a tu libro.
Pero en los comienzos vivías del todo escondida. ¿Cómo es que, de la noche a
la mañana, la gente ha reconocido que tu experiencia sobrenatural era
auténtica?
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- ¡Oh! Fue cuando las almas comenzaron a pedirme que suplicara a sus
familias para que restituyeran un bien mal adquirido.
A este propósito, María me contó varios testimonios. Sería demasiado largo
referirlos. Pero, muchas veces, diversas almas han venido a verla para decirle:
"Ve a mi familia, en tal pueblo (y ese pueblo ella no lo conocía), para decir a mi
padre, a mi hijo, a mi hermano que restituyan tal propiedad, tal suma de dinero,
tal objeto que, en tal lugar y en lo de fulano, me he procurado de mal modo, y
así yo seré liberada del Purgatorio cuando ese bien sea restituido". Entonces
María refería todos los detalles de ese campo, de aquella suma de dinero, de
tal objeto, de aquel vestido así y así, y las personas quedaban sorprendidas
viendo que ella conocía todos esos particulares, porque algunas veces las
mismas familias no estaban al corriente de que aquel bien hubiese sido mal
adquirido por sus parientes. Fue por tales hechos que María comenzó a ser
muy conocida.
- María, ¿existe un reconocimiento oficial de la Iglesia con respecto al carisma
que ejerces hacia las almas del Purgatorio, y también hacia aquellos que son
alcanzados con tu apostolado?
- Mi Obispo me ha dicho que, hasta que no haya errores teológicos, yo debo
continuar: Mi párroco, que es al mismo tiempo mi guía espiritual, confirma
también él estas cosas.
- Te quiero hacer una pregunta, que puede parecer indiscreta. Tú has hecho
tanto por las almas del Purgatorio que, sin duda alguna, cuando te toque morir,
miles de almas te escoltarán hasta el cielo. Imagino que tú ciertamente no
habrás de pasar por el Purgatorio, ¿No es así?
- ¡Oh!. No creo que iré al Cielo sin Purgatorio, porque yo he tenido más luz,
más conocimiento, y por tanto mis culpas son más graves. Pero espero
igualmente que las almas, me ayudarán a subir al Cielo.
- Si, por cierto. Y tú, María, ¿estás contenta de tener este carisma, o bien es
para ti una cosa pesada y fatigosa todos esos continuos pedidos por parte de
las almas?
- No, no me lamento de las dificultades, porque sé que puedo ser de mucha
ayuda para ellas; puedo ayudar a tantas almas, y soy feliz de poder hacerlo.
- María, te agradezco, también en nombre de los lectores, por esos hermosos
testimonios. Pero consiénteme de hacerte una última pregunta, Para que
podamos conocerte mejor, ¿podrías contarnos, en pocas palabras, algo de tu
vida?
- Cuando era niña, quería entrar en un convento. Mi madre me decía de
esperara a que tuviese 20 años. No quería casarme. Mi madre me hablaba
mucho de las almas del Purgatorio y, ya, desde cuando frecuentaba la escuela,
esas almas me han ayudado mucho. Entonces yo me decía que debía hacerlo
todo por ellas. Terminada la escuela, pensé ir al convento. Entré en las
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Hermanas del Corazón de Jesús, pero, luego me dijeron que era demasiado
débil de salud para poder permanecer con ellas. En verdad, cuando era
pequeña, había tenido una pulmonía y una pleuritis. La Superiora confirmó que
yo tenía vocación religiosa, pero me aconsejó que entrara en una orden más
fácil y esperara algún año más. Yo, en cambio quería ingresar en una orden
claustral y en seguida. Después de otros dos intentos, la conclusión fue la
misma: era demasiado débil de salud. Entonces me dije que para mí entrar en
el convento no era la voluntad del Señor. He sufrido mucho, moralmente, y me
decía: "El Señor no me ha mostrado lo que quiere de mí".
Esta espera duró para mí hasta la edad de 25 años, es decir hasta el momento
en que Dios me ha confiado esta tarea de orar por las almas del Purgatorio.
¡Me había hecho esperar 8 años!. En mi familia éramos 8 hijos. Yo trabajaba en
casa, en nuestra estancia, desde los 15 años. Luego fui a Alemania, como
doméstica en la familia de un campesino, y después he trabajado aquí, en la
estancia de Sonntag. A partir de los 25 años, cuando comenzaron las visitas de
las almas, he tenido que sufrir mucho por ellas. Ahora estoy mejor físicamente.
Habla su confesor y director espiritual
Habiendo leído, recientemente, un informe sobre María Simma enviado por el
Padre Alfonso Matt (director espiritual de la vidente) al Obispo de su Diócesis,
considero útil agregar, para los lectores, estas otras breves noticias.
María Simma (la segunda de ocho hijos), ha nacido el 5 de febrero de 1915 en
Sonntag (Vorarlberg), en Austria, de una familia pobrísima. El padre, José
Antonio (18 años mayor que su esposa, Luisa Rinderer), por varios años se
ganó la vida como cuidador y campesino de su hermano. Durante la primera
guerra mundial fue cartero, luego obrero vial y bracero, luego jubilado. Con su
mujer y sus ocho hijos fue a vivir en una vieja casa que había recibido en
herencia de un buen anciano, maestro carpintero. A causa de la gran pobreza
de la familia, los hijos, desde muy jóvenes, trabajaron y se ganaron el pan: los
varones como obreros y las muchachas como niñeras. María Simma desde su
juventud fue muy piadosa y frecuentó asiduamente los cursos de instrucción
religiosa organizados por su párroco. Luego debió alejarse de su pueblo para
trabajar en varios lugares.
Quería hacerse religiosa pero, como ya sabemos, el Señor ha tenido otros
proyectos sobre ella. En el informe del párroco se lee que ella "consagró su
virginidad a La Virgen e hizo esta consagración a María en favor sobre todo de
los difuntos"; se ofreció a Dios, haciéndolo con voto "como alma víctima,
víctima de amor y de expiación". El párroco refiere que en varias ocasiones, y
por diferentes modos, ella se ofreció como víctima para ayudar a los difuntos,
con sufrimientos voluntarios a veces terribles, gracias a los cuales abrevió las
penas de innumerables almas. Además de los sufrimientos ofreció a Dios
continuas oraciones, misas y penitencias.
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Desde la muerte de su padre, acaecida en 1947, vive sola en la casita paterna
y, para proveer a las necesidades de la vida, continúa, a pesar de la edad a
cultivar su huertita. Vive así en pobreza, ayudada por la gente caritativa. No
pide nada, todo lo hace gratuitamente; y si alguno le deja ofrendas, las envía
íntegramente a la Curia, para la celebración de misas, para obras caritativas y,
sobre todo, para las Misiones.
Formas de ayudar a las almas del Purgatorio
El párroco, en su informe, hace resaltar que la acción desarrollada por María
Simma no es sólo ayudar, ella misma, a los difuntos, como siempre lo hizo,
sino también hacerse celosa promotora de la ayuda de los vivos a las almas del
Purgatorio y a los moribundos. En todos sus encuentros con la gente, y
también en las páginas de su diario, siempre indicó, con insistencia, los medios
de ayuda, pedidos también por las mismas almas: misas, Rosarios,
ofrecimiento de los sufrimientos, Vía Crucis, obras caritativas; entre estas,
sobre todo, ayuda a las Misiones que, a decir de las almas, son de grandísima
eficacia para los difuntos.
Se indican luego medios menores de ayuda que s suscitan nuestra sorpresa y
curiosidad, y por eso quiero referirlos, en parte, textualmente:
"EI encender velas ayuda a las almas: ante todo porque esa atención de amor
les da una ayuda moral: luego porque las velas son benditas y disipan las
tinieblas en las que se hallan las almas. Un niño de 11 años, de Kaiser, pidió a
María Simma que orase por él. Estaba en el Purgatorio porque, el día de los
fieles difuntos, apagó en el cementerio las velas encendidas en las tumbas y
robó la cera para diversión. Las velas benditas son de mucho valor para las
almas. El día de la Candelaria, María Simma debió encender dos velas por un
alma, mientras soportaba por ellas sufrimientos expiatorios".
"Echar agua bendita mitiga los sufrimientos de los difuntos. Un día María
Simma pasando echó agua bendita por las almas. Una voz le dijo: "¡Mucho
más aún!".
"Todos los medios no ayudan a las almas de la misma manera. Si durante su
vida alguno tiene poca estima por la Misa, no le aprovechará mucho cuando
estará en el Purgatorio. Si alguno no tuvo corazón durante su vida, recibe poca
ayuda. Quienes pecaron difamando a los demás deben expiar duramente su
pecado. Pero quien en vida haya tenido un buen corazón, recibe mucha
ayuda".
"Un alma que había descuidado de asistir a Misa, pudo pedir ocho Misas para
su alivio, porque durante su vida mortal había hecho celebrar ocho Misas por
un alma del Purgatorio".
El párroco refiere que María Simma insiste mucho en que se rece para ayudar
a los moribundos.
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"Según lo que dicen las almas del Purgatorio", escribe el párroco, "muchas van
al Infierno porque se ora demasiado poco por ellos... María Simma un día vio
muchas almas suspendidas en vilo entre el Infierno y el Purgatorio".
He aquí algunas instrucciones:
''Las almas del Purgatorio se preocupan mucho de nosotros y del Reino de
Dios (es siempre el párroco que escribe). Tenemos la prueba por ciertas
advertencias que ellas dieron a María Simma”.
Las instrucciones que siguen (continúa el párroco) han sido tomadas de sus
anotaciones: "De nada sirve lamentarse de los tiempos que vivimos. Es
necesario decir a los padres que ellos son los principales responsables. Los
padres no pueden ofrecer un peor servicio a sus hijos que consentir a todos
sus deseos, dándoles todo lo que quieren, simplemente para que estén
contentos y no griten. El orgullo puede así echar raíz en el corazón de un niño.
Más tarde cuando el niño comienza a ir a la escuela, no sabe recitar un
Padrenuestro ni hacer la señal de la Cruz. de Dios, a veces, no sabe
absolutamente nada. Los padres se disculpan diciendo que esto es tarea del
catequista y de los maestros de religión”.
Donde la enseñanza religiosa no comienza desde la más tierna edad, la
religión no perdura después. "Eduquen a los niños a la renuncia. ¿Por qué hoy
se da esta indiferencia religiosa, esta decadencia moral? ¡Porque los niños no
han aprendido a renunciar!. Ellos con el tiempo se volverán descontentos y
hombres sin discreción que toman parte en todo, quieren tener todo a
profusión. Esto provoca tantas desviaciones sexuales, las prácticas
antinatalistas y el crimen del aborto. Todos estos hechos claman al Cielo
venganza. Quien desde niño no ha aprendido a renunciar se vuelve egoísta, sin
amor, tirano. Por este motive hoy existe tanto odio y falta de caridad.
¿Queremos ver tiempos mejores? Se comience por la educación de los niños”.
"Se peca en manera espantosa en contra del amor hacia el prójimo, sobre todo
con la murmuración, el engaño y la calumnia. ¿Por dónde comienzan? En el
pensamiento. Hay que aprender esas cosas desde la infancia y tratar de
ahuyentar inmediatamente los pensamientos contrarios a la caridad. Se
combatan rápidamente los pensamientos contra la caridad; y no se llegará a
juzgar a los demás sin caridad”.
'"Para todo católico el apostolado es un deber. Algunos lo ejercen con la
profesión, otros con el buen ejemplo. No pocos se lamentan que muchos se
corrompen por las conversaciones contra la moral y contra la religión. ¿Por qué
entonces se calla?. Los buenos deben también defender sus convicciones y
declararse cristianos... Todo cristiano debería ponerse a buscar el Reino de
Dios y esforzarse en hacerlo crecer; pues de lo contrario los hombres no
estarán en condiciones de reconocer el gobierno de la Providencia. La
preocupación del alma no tiene que ser sofocada por aquella exagerada del
cuerpo..."
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Me gusta terminar aquí esta pincelada. Hojeando el informe del párroco (a
quien quisiera decirle gracias de corazón), pudimos también husmear entre las
páginas del diario de María: hay en ellas una sabiduría que no viene del
mundo, sino de las almas que la instruyen... Pues bien, les digo que para mí ha
sido un gran placer conocer a María Simma, una mujer cuya vida ha sido
donada totalmente. Cada segundo, cada hora de su vida tiene por cierto un
peso de eternidad, no solo para ella misma, sino para tantas, tantas almas,
conocidas o no, que ella, en varios modos, y con tanto amor, ayudó a liberarse
del Purgatorio y a alcanzar la felicidad eterna en el Cielo.
ORACIÓN QUE LIBERA 1.000 ALMAS DEL PURGATORIO
ORACIÓN
(Récese todos los días)
Padre Eterno, os ofrezco la Preciosísima Sangre de Vuestro Divino Hijo
Jesús, junto con las Misas que se digan en todo el mundo hoy:
- por todas las santas almas del purgatorio
- por los pecadores en todas partes,
- por los pecadores en la Iglesia Universal,
- los de mi propio hogar, y dentro de mi familia. Amén.
PROMESA EXTRAORDINARIA DE CRISTO
El Salvador aseguró a Santa Gertrudis la Magna, religiosa cisterciense del
Monasterio de Helfa en Eisleben (Alemania), a finales del siglo XIII, que esta
oración liberaría a mil almas del Purgatorio cada vez que se ofreciese,
extendiéndose también la Promesa a la conversión y salvación de las que
todavía peregrinan en la Tierra.
CONSIDERACIONES IMPORTANTES
Se recomienda encarecidamente su rezo diario, pues es incalculable el bien
que podemos hacer a las Almas si se recita varias veces, consiguiéndose
además la salvación de miles de almas, dentro y fuera de la Iglesia, y en la
propia familia.
Medítese en la inmensa Gloria que alcanzará quien lo hiciere así, en las
gracias que obtendrá, en los pecadores que salvará, en las ánimas que
liberará, en la ayuda y protección continua de éstas desde el Cielo, etc.
Piénselo bien cada cual, y comience ya desde hoy mismo su rezo, mientras
hay tiempo, pues todo pasa y pasa pronto. Y el tiempo no vuelve jamás. No
mueras con las manos vacías de buenas obras.
(Con licencia eclesiástica).
Autorizada su impresión y difusión
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“Las Promesas de Ntra. Sra. del Escapulario del Carmen”
A quien use Mi Escapulario:
1.-
PROTEJO en ésta vida de los peligros.
2:-
AYUDO a la hora de la muerte y reciban los Sacramentos
Finales.
3.-
SALVO. Al siguiente SÁBADO de la muerte, saco almas del
Purgatorio.
Día de fiesta: 16 de Julio. Al que confiese y comulgue en ese día en La Santa
Misa, puede ganar
INDULGENCIA PLENARIA.
Decir: 1 Credo, 1 Padrenuestro, Pedir por las intenciones del Santo Papa y la
intención de ganar la Indulgencia. La podemos ofrecer para nosotros mismos, o
bien por un alma determinada o por las almas del Purgatorio, pero
NO para
otra persona viva.
LAS TRES IGLESIAS
AÚN ESTAMOS EN LA BARCA MILITANTE
NAVEGUEMOS HACIA LA BARCA TRIUNFANTE
Se llama Iglesia a la asociación de los que creen en Jesucristo. La Iglesia
se divide en tres grupos. Iglesia triunfante: los que ya se salvaron y están
en el cielo. Iglesia militante: los que estamos en la tierra luchando por
23
hacer el bien y evitar el mal. Y la Iglesia sufriente: los que están en el
purgatorio purificándose de sus pecados, de las manchas que afean su
alma.
El catecismo de la Iglesia Católica, publicado por el Papa Juan Pablo II en
1992, es un texto de máxima autoridad para todos los católicos del mundo
y dice cinco cosas acerca del Purgatorio:
1ª. Los que mueren en gracia y amistad de Dios pero no perfectamente
purificados, sufren después de su muerte una purificación, para obtener
la completa hermosura de su alma (1030).
2ª. La Iglesia llama Purgatorio a esa purificación, y ha hablado de ella en
el Concilio de Florencia y en el Concilio de Trento. La Iglesia para hablar
de que será como un fuego purificador, se basa en aquella frase de San
Pablo que dice: "La obra de cada uno quedará al descubierto, el día en
que pasen por fuego. Las obras que cada cual ha hecho se probarán en el
fuego". (1Cor. 3, 14).
3ª. La práctica de orar por los difuntos es sumamente antigua. El libro 2º.
de los Macabeos en la S. Biblia dice: "Mandó Juan Macabeo ofrecer
sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados"
(2Mac. 12, 46).
4ª. La Iglesia desde los primeros siglos ha tenido la costumbre de orar
por los difuntos (Cuenta San Agustín que su madre Santa Mónica lo único
que les pidió al morir fue esto: "No se olviden de ofrecer oraciones por mi
alma").
5ª. San Gregorio Magno afirma: "Si Jesucristo dijo que hay faltas que no
serán perdonadas ni en este mundo ni en el otro, es señal de que hay
faltas que sí son perdonadas en el otro mundo. Para que Dios perdone a
los difuntos las faltas veniales que tenían sin perdonar en el momento de
su muerte, para eso ofrecemos misas, oraciones y limosnas por su eterno
descanso".
De San Gregorio se narran dos hechos interesantes. El primero, que él
ofreció 30 misas por el alma de un difunto, y después el muerto se le
apareció en sueños a darle las gracias porque por esas misas había
logrado salir del purgatorio. Y el segundo, que un día estando celebrando
la Misa, elevó San Gregorio la Santa Hostia y se quedó con ella en lo alto
por mucho tiempo. Sus ayudantes le preguntaron después por qué se
había quedado tanto tiempo con la hostia elevada en sus manos, y les
respondió: "Es que vi que mientras ofrecía la Santa Hostia a Dios,
descansaban las benditas almas del purgatorio". Desde tiempos de San
Gregorio (año 600) se ha popularizado mucho en la Iglesia Católica la
costumbre de ofrecer misas por el descanso de las benditas almas.
La respuesta de San Agustín: a este gran Santo le preguntó uno:
"¿Cuánto rezarán por mí cuando yo me haya muerto?", y él le respondió:
24
"Eso depende de cuánto rezas tú por los difuntos. Porque el evangelio
dice que la medida que cada uno emplea para dar a los demás, esa
medida se empleará para darle a él".
Oh Dios,
Creador y Redentor de todos los Fieles, concede a las almas de tus
siervos y siervas la remisión de todos sus pecados:
a fin que, por estas piadosas súplicas, consigan el perdón que siempre
desearon.
Tu que vives y reinas, por los siglos de los siglos.
Amén.
Lleguemos a buen puerto con la brújula de Jesús y Maria
Continuemos trabajando y orando en la viña del Señor-
-- Aún es tiempo --
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